Se conoce sobre los efectos nocivos del tabaco o cigarrillo sobre el organismo humano, sobre todo las asociaciones con enfermedades respiratorias y cardiovasculares y algunas formas de cáncer. Pero fumar produce otros trastornos igualmente importantes. Una de ellas es sobre la función sexual, incrementando el riesgo en el hombre de padecer disfunción eréctil, y en la mujer trastornos de orgasmos o apatía sexual, períodos menstruales irregulares y dolorosos, y menopausia precoz. Se sabe además que la adicción al cigarrillo suele ser causante de infertilidad.
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TogglePor muchísimos años, se creía que el hombre con un cigarro en la boca era un símbolo de “virilidad”, incluso en años anteriores algunos comerciales de cigarrillos mostraban a hombres que se hacían mostrar rudos, algunos en caballos con el cigarro en la boca. Hoy en día la ciencia muestra lo contrario, y ha desmitificado ese mito, ya que fumar acaba con lo que socioculturalmente el hombre conoce como el icono de la “virilidad”, es decir, la función eréctil. Es por ello, que innumerables estudios han correlacionado y demostrado que el hábito tabaquito ocasiona disfunción eréctil (incapacidad del hombre para lograr o mantener una erección en el acto sexual). Casi todos estos estudios concluyen que fumar duplica (en algunos triplica) el riesgo de padecer disfunción eréctil, que aquellos que no fuman. El riesgo de padecer disfunción eréctil en el fumador se incrementa si la persona padece alguna otra enfermedad crónica como diabetes, hipertensión arterial o si presenta obesidad.
Se cree que fumar al menos 10 cigarros al día por un lapso de 10 años ocasiona un daño orgánico irreversible en la anatomía sexual. En este sentido, no se trata de reducir la cantidad, ya que una mínima cantidad de éstos pudiera tener el mismo efecto, en un periodo más prolongado.
Desde el punto de vista anatomofisiologico, la susceptibilidad de la función eréctil al tabaquismo es debida a la influencia de los efectos crónicos sobre la pared arterial y de los efectos agudos ejercidos en los fenómenos de vasoconstricción arterial, y de la acción directa sobre el mecanismo de la función eréctil.
Tres mecanismos principales son considerados, por estudios experimentales y clínicos en la alteración de la función eréctil por el tabaco. Son las lesiones ateromatosas de las arterias sexuales, la vasoconstricción de las arteriolas intracavernosas y la contracción de las fibras musculares intracavernosas.
Otro efecto bien estudiado del cigarrillo es sobre la esterilidad del hombre. Se sabe que el cigarrillo o tabaco pueden deteriorar la fecundidad del varón a través de cuatro mecanismos: a) Por acción gonadotóxica directa; b) Por trastornos del eje hipotálamo hipofisario gonadal; c) Alterando la eyaculación y/o la función eréctil. d) Disminuyendo el deseo sexual.
Diversos estudios sugieren que el tabaco o cigarrillo tienen repercusiones negativas importantes sobre la producción, la movilidad y la morfología de los espermatozoides.
Se ha demostrado en modelos animales, que la nicotina, el humo del tabaco y los hidrocarburos aromáticos policíclicos producen atrofia testicular, disminuyen el volumen de semen y deterioran la producción de espermatozoides, haciendo que el producto eyaculado contenga menos espermatozoides y de peor calidad.
Los espermatozoides disminuyen su motilidad y su capacidad de penetración (se ha identificado a la Rodamina, metabolito de la nicotina como responsable de estas alteraciones). El humo del tabaco produce también alteraciones hormonales importantes en el varón. Los niveles séricos de Prolactina y Estradiol se elevan en los fumadores.
Las concentraciones séricas elevadas de Estradiol no sólo entorpecen el eje hipotálamo hipofisario gonadal, sino que además pueden aumentar la producción de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), las cuales pueden determinar isquemia relativa de los túbulos seminíferos.
Más allá de las consecuencias negativas sobre la función eréctil y la fertilidad también se conocen las psicológicas en la relación de pareja. El aspecto amarrillo de la dentadura o el mal aliento son considerados como “repelentes sexuales”, lo cual, hace que se pierda en interés sexual en la persona que fuma. Muchas personas cuentan que no les agrada besar ni acercársele a su pareja cuando el olor a tabaco o cigarrillo es muy fuerte, creando una situación de rechazo y en ocasiones discordias de pareja.
Si una persona es fumadora y quiere preservar su funcionamiento sexual, y su salud en general debe considerar dejar de fumar, y para ello, debe recurrir a personas expertas para que le ayuden, ya que el hábito tabaquito es una “adicción”, y como tal no es fácil dejarlo, pero tampoco imposible. Son muchas las personas que han dejado de hacerlo y cuentan su buena experiencia. Si usted es fumador, tome la iniciativa y puede ser el próximo en dejar de hacerlo.
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