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ToggleLas terapias restaurativas se basan en el concepto de reparar o reemplazar el tejido enfermo mediante la estimulación de las capacidades regenerativas endógenas. Estos tratamientos brindan una alternativa prometedora a los paradigmas de manejo actuales y representan una transición de modalidades que solo abordan los síntomas de la enfermedad a intervenciones destinadas a restaurar la estructura y la función del tejido eréctil. Las terapias restaurativas incluyen tratamientos como la terapia con células madre (SCT) o plasma rico en plaquetas (PRP) y tecnologías basadas en principios regenerativos, como la terapia de ondas de choque de baja intensidad (LiSWT) que estimulan la movilización de células madre endógenas al tejido enfermo.
Según varios estudios preclínicos, las ondas de choque de baja intensidad parecen mejorar la función eréctil a través de la neoangiogénesis, el reclutamiento de células progenitoras y células madre residentes, la mejora de la microcirculación, la vasodilatación con el consiguiente aumento del óxido nítrico, la disminución de la fibrosis y la regeneración nerviosa.
En cuanto a las células madre, dada su naturaleza precursora, estas células albergan un potencial de autorrenovación y la capacidad de diferenciarse en otro tipo de células. Recientemente, los estudios han demostrado que estas células muestran efectos regenerativos mediante la liberación de factores de crecimiento, citocinas y quimiocinas; vías de regulación positiva para reducir la inflamación, inhibir la apoptosis, mejorar la cicatrización de heridas e impulsar la angiogénesis y la neurogénesis. Dentro del ámbito clínico de la disfunción eréctil, tanto las células madre mesenquimales como las embrionarias han sido de particular interés
En relación al plasma rico en plaquetas, datos preclínicos limitados demuestran que el PRP se compone de un medio rico de factores de crecimiento (factor de crecimiento derivado de plaquetas, factor de crecimiento similar a la insulina, factor de crecimiento endotelial vascular, factor de crecimiento similar a la insulina, factor de crecimiento epidérmico, factor de crecimiento de fibroblastos) y plaquetas activadas que trabajan juntos para facilitar la mitogénesis y la neoangiogénesis, reconstituyendo así los tejidos enfermos. También se ha demostrado que los componentes dentro de PRP actúan como un andamio para la curación de tejidos. El PRP se puede preparar mediante centrifugación secuencial de sangre completa con eliminación de glóbulos rojos y plasma pobre en plaquetas, seguido de la adición de un factor activador de plaquetas, como trombina o cloruro de calcio al 10%.
Muchos de estos tratamientos erectogénicos se han estudiado de forma preclínica; sin embargo, existen limitaciones en la traducción de estos hallazgos a humanos (debido tanto al diseño del estudio como a la variabilidad) que requieren ensayos clínicos. Con este fin, se carece gravemente de ensayos controlados aleatorios que tenga un poder estadístico adecuado, lo que limita la aceptación generalizada de estos tratamientos.
Sin embargo, de todas las terapias restaurativas utilizadas para la disfunción eréctil, quizás la que tiene mayores estudios, y la más segura es la terapia de ondas de choque baja intensidad. Existe todavía un largo camino de investigación, pero por ahora el viento sopla a favor de la terapia de ondas de choque de baja intensidad.
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