En los últimos 60 años han ocurrido los avances más significantes de las terapias y tratamientos de la disfunción eréctil. Desde las terapias conductuales hasta las terapias farmacológicas, mecánicas y quirúrgicas. No obstante, también ha habido excesos en cuanto a sus usos bien sea del paciente, así como de los facultativos, desafiando los protocolos de la evidencia científica.
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ToggleEn 1998 sale al mercado el primer medicamento por vía oral con actividad sobre los vasos sanguíneos del pene para mejorar la función eréctil en el hombre, estamos hablando específicamente del Sildenafilo (Viagra), siendo un éxito comercial a nivel mundial. Desde entonces son muchas las dudas, mitos, y falsas creencias que tienen los pacientes y personas con respecto a su uso racional. Los medicamentos por vía oral para mejorar la erección en el hombre también se llaman «fármacos vasoactivos orales».
Los vasoactivos orales en el organismo actúan sobre una enzima que se llama fosfodiesterasa y por eso se llaman «inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5», favoreciendo la relajación del músculo liso de las arterias del pene, lo cual hace que mejore el flujo sanguíneo y por ende la erección. Estos fármacos, hasta ahora son: el sildenafilo, el tadalafilo, avanafilo y el vardenafilo. No obstante, en el país solo se comercializa el sildenafilo y el tadalafilo, con sus marcas originales y genéricas. Todos estos medicamentos, aunque tienen una misma función (producir dilatación de las arterias del pene y favorecer la erección), poseen características farmacocinéticas y farmacodinámicas distintas que los diferencian uno de otro, algunos con ciertas ventajas sobre otros.
Hay personas que piensan que luego de la toma del medicamento van a tener una erección inmediata, pues esto no es cierto, y todo dependerá del tipo de vasoactivo y del estímulo, vale decir, sí el individuo no tiene una persona con quien ejercer la función sexual o no evoca fantasías sexuales no hay erección. No es una condición automática la ingesta del medicamento y la espera de la erección.
Así mismo, hay hombres que de forma empírica utilizan estos medicamentos cuando tienen un problema de bajo deseo sexual. En estos casos no ayudan mucho o son pocos útiles.
Ahora bien, a pesar de que los inhibidores de la fosfodiesterasa 5 tienen un efecto considerable sobre la función eréctil, se ha observado un abuso de su consumo sin una evaluación profesional previa, y es debido a que son de venta libre en las farmacias.
Está claro que su uso es para tratar la disfunción eréctil. No obstante, muchas personas que no tienen tal problemática la usan por pensar de manera errada muy que su rendimiento sexual mejoraría (ya sea en firmeza y/o duración), y es aquí donde se genera una dependencia psicológica del fármaco, generándole a la larga una verdadera disfunción eréctil, ya que no son capaces de enfrentar una relación sexual sin el fármaco y les ocasiona ansiedad anticipatoria.
En casos de Disfunción Eréctil de tipo psicógena o funcional, la utilidad de estos fármacos muchas veces es nula, es decir, «no sirven», ya que el individuo expuesto a una respuesta condicionada de ansiedad, desde el punto de vista fisiológico hay abundante liberación de catecolaminas que contrarresta el efecto del vasoactivo, por lo tanto, aunque la persona se haya tomado el medicamento para mejorar la función eréctil nunca va a tener erección y es cuando estas personas piensan erradamente que tal vez necesitan una «dosis mayor». Muchas veces sucede también que personas no facultadas para el manejo y tratamiento de la disfunción eréctil, indican estos vasoactivos cuando es de origen psicógeno y al no tener respuesta esperada, indican el doble de la dosis o incluso todos los días, cuando en realidad no comprenden que es lo que sucede.
Se ha observado en forma preocupante en los últimos años un fenómeno en donde se usa el fármaco vasoactivo en forma indiscriminada sobre todo en la población de adolescentes. Estos al iniciarse sexualmente en parejas y también posterior al inicio, utilizan los vasoactivos con fines sexuales recreacionales. ¿Por qué un adolescente va a tomar un fármaco que no lo necesita? A partir de aquí se genera un problema mayor, «la dependencia por el medicamento como se dijo anteriormente».
Actualmente, existen en el mercado vasoactivos con otros fines terapéuticos como es el caso del citrato de sildenafilo utilizado con éxito en la hipertensión pulmonar en niños. También hay vasoactivos que usan para los problemas circulatorios de la placenta.
Existen claras contraindicaciones de los vasoactivos tipo inhibidores de las fosfodiesterasas resaltando el uso concomitante con medicamentos como los nitratos, hipotensión, hipertensión refractaria, tener antecedentes en los últimos 6 meses de infarto al miocardio, enfermedad cerebrovascular, o arritmia cardiaca grave.
Los vasoactivos intracavernosos se refieren a sustancias (fármacos) que se aplican a través de los cuerpos cavernosos del pene (pinchar el cuerpo del pene). Estas sustancias son Prostaglandina E1, Papaverina, Fentolamina y Atropina. La única sustancia aprobada por la FDA es la Prostaglandina E1, aunque se pueden hacer mezclas con las antes mencionadas resultando lo que se conoce como bimix, trimix y quatrimix. La historia de la terapia intracavernosas data de 1983 (antes que los vasoactivos orales)
No obstante, vasoactivos intracavernosos son prescritos por un médico en ejercicio. Existe una profunda preocupación en cuanto a la prescripción profesional indiscriminada de estos vasoactivos intracavernosos sin respetar protocolos de consenso por evidencia científica que son estándar a nivel mundial. Por ejemplo, ofrecer estos compuestos a pacientes que clínicamente no tienen daños orgánicos importantes y que no hayan ni siquiera tenido la posibilidad de tomar un vasoactivo por vía oral (sildenafilo, avanafilo o tadalafilo) o haber recibido psicoterapia sexual es una mala práctica profesional y poco ética, en especial por los riesgos o consecuencias que pueden ocurrir (priapismo, enfermedad de peyronie).
Quizás la práctica profesional más aberrante de estos vasoactivos intracavernosos es su indicación en eyaculación precoz. No solo porque no existe ninguna evidencia científica que sean útiles, sino porque además trae más riesgos que beneficio, por tanto, es un problema ético. Ningún profesional con ética que haya realizado estudios profundos en la sexología clínica o medicina sexual le va a indicar a una persona vasoactivos intracavernosos en casos de eyaculación precoz.
La terapia de ondas de choque extracorpóreas de baja intensidad se utilizó por primera vez como un enfoque de tratamiento novedoso y mínimamente invasivo para la disfunción eréctil en el año 2010. Los resultados de diversos estudios coinciden en que la inducción de la angiogénesis, secundaria a estimulación de diversos factores de crecimiento debido a estrés mecánico y microtrauma, es el principal mecanismo de acción. Sin embargo, se han identificado otros mecanismos como el reclutamiento de células madre mesenquimales, la restauración endotelial, la restauración del músculo liso vascular y la regeneración nerviosa, lo que trae como resultado final neovascularización y mejoría en el aporte sanguíneo tisular. Debido a que la disfunción eréctil a menudo se asocia con afecciones vasculares, la terapia con ondas de choques propone mejorar el flujo sanguíneo de los cuerpos cavernosos en aquellos casos de disfunción eréctil de tipo vascular leve a moderado, motivado a dislipidemias, hipertensión, diabetes, tabaquismo, etc.
En un mismo orden de ideas, la terapia de ondas de choques está indicada en aquellos casos de disfunción eréctil leve a moderada, que sea de tipo vascular, y que sea cuando los vasoactivos orales no funcionan o cuando estos tengan efectos no deseados. El abuso clínico de la terapia de ondas de choques comienza cuando se indican ondas de choques para tratar de corregir disfunción eréctil con otras etiologías (incluso psicógena), indicarlas como primera opción sin haber agotado los recursos del vasoactivos orales o también indicarla en pacientes cuya disfunción eréctil vascular es muy grave (pacientes muy deteriorados por la enfermedad).
Los clínicos debemos ser reflexivos y aplicar los protocolos de acuerdo con el raciocinio clínico y la evidencia científica, y para los pacientes es aconsejable acudir al médico experto en el área ante cualquier inquietud y no tomar decisiones que posteriormente creen consecuencias negativas en la salud sexual.
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